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Los Angeles de Dios son los que permanecieron fieles
a El. “Los falsos apóstoles engañadores se disfrazan de apóstoles de Cristo ... y el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2a. Cor. 11, 13-14) Los Angeles de Dios cumplen sólo las órdenes de Su Creador y sólo a El sirven |
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El nombre de “Angel” viene del griego “mensajero”, pues los Angeles - los Angeles buenos- entre otras cosas, son mensajeros de Dios. Son seres inmortales, creaturas puramente espirituales, cuya función es servir a Dios, su Creador y obedecer solamente la Voluntad Divina. Los Angeles pueden - pero solamente si Dios así lo desea- servir de ayuda especial al hombre, como vemos en algunas narraciones de la Sagrada Escritura. Tal es el caso de Tobías, que fue acompañado por el Arcángel Rafael, sin darse cuenta de quién era su compañero (Tobías 5, 12). O también pueden servir de mensajeros, como fue el Arcángel Gabriel para la Santísima Virgen María en la Anunciación (Lucas 1, 26-37) y a San José cuando le habló en sueños en dos oportunidades (Mateo 1, 18-24 y 2, 13-15). Los demonios o ángeles caídos, igual que los Angeles de Dios, son seres puramente espirituales, que mantiene todos sus poderes, con excepción de la gracia sobrenatural, que perdieron con su caída al oponerse a Dios. La soberbia, el orgullo, fue la causa de la caída de los ángeles que ahora son demonios. Es decir, quisieron ser como Dios, actuar independientemente de El. Liderizados por quien fuera Luzbell, ahora Lucifer, se negaron a obedecer a Dios, se rebelaron contra su Creador. Es artículo de fe católica que la caída del hombre vino por la tentación de Satanás (Lucifer) y que éste y los demás demonios continúan tentando y persiguiendo a la humanidad. Así leemos en la primera Carta de San Pedro (5, 8) y en el Concilio Vaticano II (G.S.13). Y nos apunta el Catecismo de la Iglesia Católica (#394) que este intento es tan fuerte y tan cierto, que Satanás trató de desviar al mismo Jesucristo de su misión (Mateo 4,1-11). Los demonios siguen siendo seres superiores en inteligencia y poderes a nosotros los seres humanos, con una capacidad de engaño digna de su inteligencia y astucia, superiorísimas a las nuestras. No en vano Satanás es el inventor o “padre de la mentira” (Juan 8, 44), el Engañador, que busca engañar a los seres humanos sin descansar. Tal es el caso de una corriente que se está propagando por el mundo entero y que fomenta la comunicación con “ángeles”. Es claro, sin embargo, que el concepto cristiano de lo que son los Angeles de Dios es muy distinto a lo que trata de estimularse con esta corriente que es promovida en libros, revistas, programas de TV, y a través de cursos y conferencias, y de toda clase de representaciones “angélicas” en fotos, imágenes, estatuillas, artículos decorativos, de joyería, etc. Aunque las formas de hacer estos contactos con “ángeles” puede variar de un sitio a otro o entre los diferentes grupos, en general, según este movimiento, los ángeles supuestamente son “esferas de luz”, “energía pura”, dispuestos a establecer contacto con los hombres a través de técnicas ocultistas claramente enmarcadas dentro del “New Age”, tales como meditaciones paganas, repetición de “mantras”, apertura de “chakras”, entre otras, para poder entrar en lo que se ha dado por denominar “rata de vibración angélica”. Los Católicos sabemos que los Angeles de Dios no están para responder a los deseos y caprichos de los hombres, ni mucho menos están esperando ser contactados a través de prácticas esotéricas. También sabemos que Satanás y sus demonios sí “se disfrazan de ángeles de luz” (2a. Cor. 11, 14), y que están prestos a proponernos engaños y a complacernos en todo lo que pueda alejarnos de la Voluntad Divina. Los Angeles de Dios no están para obedecer a los hombres: obedecen solamente las órdenes de su Creador y sólo a El sirven.
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