¿Qué relación hay entre la Asunción de María
y nuestra propia resurrección?

  ¿Por qué es importante reflexionar sobre la Asunción de María y sobre nuestra propia resurrección? Pareciera que los hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio hemos perdido el rumbo.

¿De verdad sabemos hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde tenemos dirigida nuestra brújula: hacia la Vida Eterna o hacia esta vida? ¿De verdad sabemos qué nos espera después de la muerte? ¿Sabemos si hay Vida después de esta vida? ¿Sabemos medir nuestro paso por la tierra con reloj de eternidad? ¿O pensamos que en esta ante-sala a la vida eterna está todo y que por eso debemos prolongarla con todos los medios a nuestro alcance? ¿Nos interesa realmente lo que nos espera allá en la eternidad? ¿Sabemos en qué consiste nuestra resurrección y cuándo será?

 Entonces ¿qué relación hay entre la Asunción de la Santísima Virgen María y nuestra propia resurrección?

Ya la Bula del Dogma de la Asunción responde a este interrogante, pero fué el Papa Juan Pablo II, quien nos contestaba esto con precisión en sus Catequesis sobre la Asunción. Nos decía lo siguiente: "El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).

 "Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

Es decir, María resucitada y viva en los Cielos en cuerpo y alma gloriosos, es un anticipo, un anuncio de nuestra propia resurrección. Cristo está vivo en el Cielo, resucitado. Cristo es Hombre, como nosotros, pero también es Dios. María es humana, como nosotros, sin ser Dios. Y está ya en el Cielo, resucitada ¡viva! María Santísima, asunta al Cielo en cuerpo y alma es una seguridad de lo que nos espera a nosotros, si siguiéndola a Ella, en esta vida buscamos hacer la Voluntad de Dios.

Continuaba el Papa Juan Pablo II así para explicarnos este motivo de esperanza nuestra:

"María Santísima nos muestra el destino final de quienes 'oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97).

Y donde estaremos también nosotros ...

Reconozcámoslo o no, los seres humanos tenemos deseos de inmortalidad, los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

 Gran bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. Y sobre otros misterios y verdades de la fe cristiana que nos señalan el rumbo hacia las "realidades últimas": muerte, juicio, Cielo o Infierno, resurrección de los cuerpos, Vida Eterna ...

¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros, los cristianos .... inclusive entre los católicos de Misa dominical? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María, una como nosotros, "el orgullo (gloria suprema) de nuestra raza" (Jdt. 15, 9), ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, y que esta gloria también se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad en felicidad perfecta para siempre, siempre, siempre.

Indice
2.- ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Qué es el Juicio Particular?
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