Conclusiones sobre
el Juicio Final

De acuerdo a estas citas sabemos que:

  1. Cristo vendrá con gran poder y gloria, en todo el esplendor de su divinidad.

  2. Cristo glorioso será precedido de una cruz en el Cielo (la señal del Hijo del Hombre).

  3. Vendrá acompañado de los Angeles.

  4. Con su omnipresencia, todos los resucitados, de todas las naciones estarán ante Cristo Juez. Comparecerán ante el Tribunal de Dios todos los seres humanos, sin excepción, para recibir la recompensa o el castigo que cada uno merezca. En el Juicio Final vendrá a conocerse la obra de cada uno, tanto lo bueno, como lo malo, y aun lo oculto.

  5. Ya resucitados todos, Cristo separará a los salvados de los condenados.

En una de sus Catequesis el Papa Juan Pablo II trató el tema del Juicio Final y en ella afronta la aparente dicotomía entre “Juicio” y “Misericordia”, asegurándonos que son la misma cosa. Nos recordaba que Dios no envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino más bien para salvarlo (Jn. 3, 17). (JP II, 7-7-99)

¿Quién se salvará? Aquél que tiene fe en Jesucristo, nos dice el Evangelio. Pero tener fe en Jesucristo no significa solamente creer en El, sino que es indispensable vivir de acuerdo a esa fe; es decir, siguiendo a Cristo en hacer la Voluntad del Padre. Para los que así hayan actuado, no habrá condenación, pues aunque todos estábamos condenados por el pecado de los primeros seres humanos, al cual hemos añadido nuestros propios pecados, Jesús, Hijo de Dios, vino a hacer justicia, una justicia que nos salva, en vez de condenarnos, una justicia que -como lo indica la misma palabra- nos “justifica”.

Por eso el Papa Juan Pablo II, aseguraba: “Sólo quien haya rechazado la salvación ofrecida por Dios con su misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí mismo”. (JP II, 7-7-99)

Aludía también el Papa Juan Pablo II a “la dificultad de encontrar justicia en los hombres y en sus instituciones”, por lo que en la Biblia se muestra que “la justicia sólo se realizará plenamente en el futuro” por parte del Hijo de Dios. Y así, “el triunfo de los justos se transformará en pánico y en asombro para los impíos”(JP II, 7-7-99). El Papa se refería, sin duda, a los siguientes textos bíblicos:

“Al tiempo de dar cuenta de sus pecados, irán acobardados ... Pero el justo se presentará con gran confianza, en presencia de los que le hicieron sufrir y se burlaron de sus penas. Al verlo, comenzarán a temblar de tanto miedo, asombrados por la salvación inesperada del justo, y dirán lamentándose y gimiendo angustiados: Este es aquél del que nos burlábamos, al que insultábamos con nuestras ironías. Su vida nos parecía una tontería y su muerte una humillación. ¿Cómo puede ahora estar entre los hijos de Dios y tener herencia entre los santos? Es cierto que perdimos el camino de la verdad. El espíritu de justicia no fue nuestra luz; el sol verdadero no nos iluminó ... No fuimos capaces de conocer el camino del Señor. ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿Qué provecho sacamos de tanta riqueza y vanidad? ...” (Sb. 4, 20 - 5, 23)

“Ustedes me han ofendido con sus palabras, dice el Señor, y todavía preguntan: `¿Qué hemos hecho contra Ti?' He aquí lo que han dicho: `No vale la pena servir a Dios. Qué ganamos con guardar los mandamientos o con hacer penitencia ante el Señor de los Ejércitos? Más bien tenemos que felicitar a los soberbios, pues hacen el mal y prosperan, provocan a Dios y escapan sin castigo'”. Entonces, los que temen al Señor hablaron unos con otros. Y el Señor puso atención y escuchó lo que decían y se escribió ante El un libro en el que están registradas las obras y los nombres de los que temen al Señor y lo honran. `El día que Yo actúe', dice el Señor de los Ejércitos, `ellos serán mi propiedad personal y yo seré indulgente con ellos, como un padre es indulgente con el hijo que lo obedece. Entonces verán la diferencia entre los buenos y los malos, entre los que obedecen a Dios y los que no lo obedecen. Ya viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja. El día que viene los consumirá', dice el Señor de los Ejércitos, `hasta no dejarles ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el Sol de Justicia, que les traerá la salvación en sus rayos” (Mlq. 3, 13-20).

Es decir, el Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios. Ese día conocerá toda la humanidad cómo Dios dispuso la historia de la salvación de la humanidad y la historia de cada uno de nosotros para nuestro mayor bien, que es la felicidad definitiva, perfecta y eterna en la presencia de Dios en el Cielo. Se conocerá cómo los diferentes males y sufrimientos de las personas y de la humanidad los ha tornado Dios para Su gloria y para nuestro bien eterno. Mucho de lo que ahora en este mundo se considera tonto, negativo, incomprensible, se verá a la luz de la Sabiduría Divina.

Indice
9.- Cuadro comparativo entre el Juicio Final y el Juicio Particular
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