MONSEÑOR
UBALDO SANTANA LA EUCARISTÍA PAN DE VIDA CARTA PASTORAL |
||
iAmados presbíteros, diáconos, personas consagradas y fieles laicos del pueblo santo de Dios que peregrina en la Iglesia local de Maracaibo, Con ocasión de la clausura del año especialmente dedicado a redescubrir el misterio de la Eucaristía, quiero dirigirme a todos ustedes para invitarles: a acoger la rica herencia eucarística que nos ha dejado nuestro amado y recordado Papa Juan Pablo II; a dar gracias a Dios, por el don de la celebración del año de la Eucaristía en nuestra Arquidiócesis bajo el nuevo pontificado de Benedicto XVI; y finalmente, a cosechar con diligencia y empeño los frutos que esta celebración nos ha traído. 1.- ACOGER LA HERENCIA EUCARÍSTICA DE JUAN PABLO II El Año Eucaristíco es el testamento espiritual-vivencial de Juan Pablo II. Nos lo entregó a través de acontecimientos celebrativos, de un denso y profundo magisterio y, sobre todo, a través del testimonio de su experiencia eucarística personal. 1.1.- Acontecimientos Celebrativos El Santo Padre dispuso que el Año se abriera con el Congreso Eucarístico Internacional en Guadalajara con el lema “La Eucaristía, luz y vida para el nuevo milenio”; cobrara una intensidad especial en el Encuentro Mundial de Jovenes en Colonia – Alemania; y se clausurara con la convocatoria de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia”. Invitó asimismo a toda la Iglesia a colocarse en sintonía eucarística, armonizando con éste tema todos sus programas y proyectos pastorales. Fiel a esa invitación, el nuevo Papa Benedicto XVI colocó su ministerio petrino en esa corriente de gracia y realizó su primer viaje apostólico a Bari para participar en el Congreso Eucarístico Nacional. 1.2.- Magisterio Eucarístico Todo el Magisterio de Juan Pablo II está lleno desde el principio de la fuerza que dimana de la Eucaristía. Sin embargo, en los últimos años de su pontificado, este sacramento fue ocupando progresivamente un lugar preponderante hasta transformarse en un eje inspirador de toda su enseñanza apostólica. Señalaré los hitos más relevantes. 1.2.1.- En la Carta Apostólica “Tertio Millenio Adveniente” había escrito: «El Dos mil será un año intensamente eucarístico: en el Sacramento de la Eucaristía el Salvador, encarnado en el seno de María hace veinte siglos, continúa ofreciendose a la humanidad como fuente de vida divina».Vale la pena recordar también que en plena preparación para el Jubileo, en la Carta Apostólica “Dies Domini”, el Papa propuso a la consideración de los creyentes el tema del Domingo como día del Señor resucitado y día especial de la Iglesia. Cuando propuso en su Carta “Rosarium Viginis Mariae” (sobre el Santo Rosario) la introducción de los misterios luminosos, quiso que el quinto y último misterio a contemplar, a modo de coronación de todos los demás misterios, fuera el de “La Institución de la Eucaristía”. 1.2.2.- El Jueves Santo de 2003 Juan Pablo II no escribió la tradicional “Carta a los sacerdotes”, sino que hizo pública su Carta Encíclica “Ecclesia de Eucharistia” sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia, en la cual ilustró el misterio de la Eucaristía en su conexión inseparable y vital con la Iglesia: “La Iglesia vive de la Eucaristía”(Nº1). Exhortó a todos a celebrar el Sacrificio eucarístico con el esmero que se merece, dando a Jesús presente en la Eucarístía, incluso fuera de la misa, un culto de adoración digno de un misterio tan grande. Recordó sobre todo la exigencia de una Espiritualidad Eucarística, presentando el modelo de María como «mujer eucarística». 1.2.3.- El 7 de Octubre de 2004, entregó la Exhortación Apostólica “Mane Nobiscum Domine (Quédate con nosotros, Señor”, para convocar a toda la Iglesia a profundizar durante un año entero el Misterio de la Eucarístia, con el fin de acentuar la dimensión eucarística de toda la vida cristiana y de ofrecer a los pastores y al pueblo cristiano en general algunas orientaciones de fondo. 1.2.4.- Por fin, el 13 de Marzo de 2005 escribió desde el hospital su última Carta a los sacerdotes, con orientaciones iluminadoras para la espiritualidad sacerdotal: “…puesto que toda la Iglesia vive de la Eucaristía, la existencia sacerdotal ha de tener, por un título especial «forma eucarística». Por tanto, las palabras de la institución de la Eucaristía no deben ser para nosotros únicamente una fórmula cosagratoria, sino también una «fórmula de vida» (Nº 1). Es de hacer de notar que todos los mensajes que dejó escritos para todas las jornadas y celebraciones del año 2005 llevaban el sello eucarístico. 1.3.- Una existencia eucarística Pero es sobre todo a través del testimonio de su misma vida, que este Siervo de Dios nos reveló la centralidad de la Eucaristía. Juan Pablo II pastoreó el rebaño a él confiado, se transformó en ejemplo para sus hermanos, y diseñó nuevos senderos de convivencia, reconciliación y paz para la humanidad entera, iluminado, alimentado y sostenido, como el profeta Elías (1R 19,1-8), por la fuerza de un alimento divino. 1.3.1.- El icono de los discípulos de Emaús que él utilizó en su Carta Apóstolica para introducir el año dedicado a la Eucaristía, ilumina muy bien el misterio y el ministerio de éste gran pastor. Efectivamente, a lo largo de sus 26 años de Pontificado, a través de sus innumerables viajes apostólicos, supo ponerse en el camino de las dudas, angustias e inquietudes de las iglesias y de los pueblos, a imagen y semejanza del primer Caminante. Como Jesús Profeta, en cada uno de esos encuentros, introdujo a sus anfitriones en la interpretación de las Escrituras y en la comprensión del plan salvífico de Dios Padre. No perdiendo oportunidad para predicar a tiempo y destiempo que “Cristo no sólo es el centro de la historia de la Iglesia, sino también de la historia de la humanidad. Todo se recapitula en Él” (cf. Ef. 1,10; Col 1,15-20) Una de sus frases predilectas que repitió insistentemente fue: “En el Verbo hecho carne, se revela no sólo el misterio de Dios, sino también el misterio del hombre mismo. En Él, el hombre encuentra redención y plenitud” (MND Nº6). Como Jesús, Sacerdote y Cordero, partió el pan para los suyos en todas las posadas donde fue invitado a quedarse. No hubo viaje, no hubo visita, no hubo peregrinación que no tuviera como momento culminante la Fracción del pan. La Eucaristía fue la gran plataforma desde donde renovó el envío misionero de las Iglesias del mundo. 1.3.2.- Pero donde el Papa nos reveló las insospechadas y fulgurantes dimensiones del Camino Pascual de su existencia “eucaristificada” fue en el camino de la cruz de su propio sufrimiento. La cruz pascual se posó tempranamente en sus robustos hombros con el atentado contra su persona, y de allí en adelante lo acompañó en sus multiples operaciones, en sus hospitalizaciones y convalecencias, en la fragilidad de su vejez, en las crecientes limitaciones físicas y, por fin, en su dolorosa preparación a la muerte. Con Juan Pablo II, enfermo y anciano, hemos aprendido a mirar hacia la cruz redentora de Jesús para descubrir alli la fuente de donde mana la salvación de la humanidad. Un texto de su Carta Apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento nos ayuda a entender el sentido que éste hombre de Dios le dio a sus propios sufrimientos: “Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano al nivel de la redención. Consiguientemente todo hombre, en su sufrimiento puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo”(Salvifici Doloris, Nº19). 1.3.3.- De ese manantial eucarístico brotó también la enorme capacidad que tuvo este gran Papa de salir al encuentro del dolor humano y de desplegar toda la inventiva de la caridad a favor de las innumerables victimas de los desastres naturales, de las guerras, de las violencias y de las injusticias sociales. La fecundidad de su caridad y de su solidaridad con los seres humanos heridos y caidos en las orillas del camino brota de su fecunda identificación con Cristo, Cordero de Dios y Siervo Sufriente, quien pocas horas antes de subir al Gólgota le anunció a sus discípulos que “no hay amor más grande que el de dar la vida por sus amigos” ( Jn 15,13) 1.3.4.- La Eucaristía es sin duda un banquete de comunión que Cristo comparte con sus hermanos y hermanas como anticipo del Reino. Juan Pablo nos hizo redescubrir con toda la fuerza de su testimonio personal que es también sacificio: el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. Por eso, el que aprende a vivir de la Eucaristía aprende a entregar su propia vida con Él y como Él, por la salvación del mundo. 1.3.5.- Ha de quedarnos muy claro, mis amados sacerdotes, ustedes que tienen por excelencia una vocación de servicio, que el verdadero lugar, la única escuela desde donde podemos aprender a cumplir nuestro sublime oficio es desde el altar. La transformación del mundo que tanto anhelamos empieza de rodillas y en adoración ante este misterio de amor. “Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor (el amor que Cristo nos revela en la Cruz y sacramentaliza en la Eucaristía) de nada me sirve”(1Co. 13,3). Todo queda resumido en la Eucaristía. Los cielos nuevos y la tierra nueva empiezan y culminan en ella. La Eucaristía no es opcional para el cristiano. Sin ella no podemos vivir, como decían los primeros cristianos a los que los arrastraban a los tribunales y los condenaban. Somos inseparables de Jesus porque sin él no podemos hacer nada (Cf. Jn. 15,15) 2.- EL CAMINO EUCARÍSTICO DE NUESTRA IGLESIA LOCAL. El Año Eucarístico ha sido una bendición para nuestra Iglesia Arquidiocesana, para entrar en el nuevo milenio bien anclada en el fundamento de su fe, “raíz y secreto de la vida espiritual tanto de los fieles como de toda iniciativa eclesial” (MND Nº5), para iniciar nuestro Proyecto de Renovación Pastoral y fundamentar en ese sacramento de vida abundante nuestra Pastoral Social. 2.1.- En nuestra Arquidiócesis hemos tratado de corresponder a la iniciativa del Santo Padre, expresado en su Carta “Quédate con nosotros, Señor” (Nº5), colocando en la tonalidad de la espiritualidad eucarística, nuestros programas pastorales. Hemos procurado que todas nuestras actividades y celebraciones litúrgicas programadas tanto en el nivel Parroquial como en el Zonal y el Diocesano, tuvieran a la Eucaristía como referencia primaria. El Año Eucarístico ha sido tomado como tiempo oportuno de salvación, para evaluar nuestras celebraciones eucarísticas dominicales, revalorizar la homilía, y renovar el amor del pueblo cristiano al Santísimo Sacramento a través de diversas modalidades: la Adoración perpetua, las procesiones de día del Corpus Christi, las semanas eucarísticas popularmente conocidas como las “Cuarenta Horas”, y las Horas Santas Semanales: devociones que llegaron a marcar profundamente la vida cristiana de nuestras feligresias parroquiales, y de nuestras asociaciones y movimientos apóstolicos desde el siglo pasado. 2.2.- Son muchas las iniciativas concretas que se han llevado a cabo, convocadas desde la Vicaría de Pastoral, las Zonas Pastorales, los Institutos de Vida Consagrada, los Movimientos Apostólicos, las nuevas comunidades eclesiales y las Comunidades Eclesiales de Base. Tuvieron particualar relevancia entre muchas otras, los ejercicios espirituales para el Clero y para los candidatos al presbiterado, la Misa Crismal, la Vigilia de Pentecostés, la fiesta del Corpus Christi, los Festivales musicales misioneros, la Fiesta de la Juventud con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, las festividades eucarísticas de los Institutos Educativos, las Jornadas de Estudio sobre la Eucaristía, las Ordenaciones Diaconales y Presbiterales, y las numerosas celebraciones parroquiales, entre las que destacan las fiestas patronales. En todo se buscó poner de relieve la renovación de la fe en la Eucaristía, y el darle la centralidad que corresponde a éste sacramento en la edificación de la Iglesia y la realización de su misión evangelizadora. 2.3.- El año de la Eucaristía nos ha ofrecido un contexto privilegiado para seguir avanzando en la fase preliminar de nuestro Proyecto Arquidiocesano de Renovación Pastoral. Este proyecto quiere ser la aplicación pastoral del Concilio Vaticano II, de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, y especialmente, del Concilio Plenario de Venezuela que acaba de concluir su fase celebrativa el pasado mes de agosto. Se trata fundamentalmente de hacer para el Pueblo de Dios que peregrina en Maracaibo el gran desafío señalado por Juan Pablo II en su Carta Apostólica “Novo Milenio Ineunte (Al inicio del Tercer Milenio)”: “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión… para ser fieles al designio de Dios y responder a las profundas esperanzas del mundo” (Cf. Nº 43) El Documento de “La Comunión en la vida de la Iglesia” en su Nº 67, nos exhorta a “impulsar la espiritualidad de comunión que se fundamenta en el Misterio Trinitario y se abre a unas dimensiones de una responsabilidad cada vez mayor por las personas, en particular los más pobres y necesitados”. 3.- LA EUCARISTÍA: PRINCIPIO Y PROYECTO DE MISIÓN. 3.1.- El Proyecto Eucaristía Cuando los discípulos de Emaús reconocieron al Señor al partir el pan, se levantaron al momento, salieron de prisa rumbo a Jerusalen para reunirse con los demás discípulos y contarles lo que habían visto y oído. La Eucaristía es también un proyecto de vida y se transforma, por consiguiente para nosotros, en el punto de partida de una nueva etapa de la misión evangelizadora. Por nuestra participación en la Eucaristía nos transformamos en “ofrenda permanente” y recibimos el Espíritu Santo, para poner como y con Jesús nuestras vidas al servicio del plan de salvación del Padre a favor de la humanidad. Este camino lo vamos a recorrer bajo la guia pastoral del Papa Benedicto XVI, quien nos recordó en su homilía de apertura del Sínodo de los Obispos, la necesidad de que todas nuestras obras crezcan en el terreno fecundo del diálogo de amor entre Dios y la humanidad, diálogo que llegó a su cumbre en la entrga sacrificial de Jesús, perpetuada para siempre en la Eucaristía. El Señor espera que nuestra viña marabina dé buenas uvas y no frutas amargas. 3.2.- Frutos esperados del Año de la Eucaristía Les invito a todos ustedes, mis amados hijos e hijas, a hacerse discípulos y discipulas de Jesús-Eucaristía y a traducir en frutos auténticos de amor y de servicio esta íntima comunión con el Señor, cada uno desde su vocación y misión dentro de esta Iglesia Local. Además de las resoluciones personales que cada uno de nosotros haya determinado asumir bajo la luz del Espíritu Santo, quiero proponerles algunos compromisos comunitarios que nos hagan crecer como casa de Comunión, escuela de Participación y taller de Solidaridad. a) Asumamos con renovado empeño la cuidadosa y esmerada preparación de nuestras celebraciones eucarísticas dominicales parroquiales tomando como pauta de trabajo la Carta Apostólica “Dies Domini” y el Documento del Concilio Plenario “La Celebración de los Misterios de nuestra fe”. Le daremos un lugar especial a la preparación de las homilías, siguiendo las orientaciones del documento de la Santa Sede “El Sacramento de la Redención”. b) Sembremos en el corazón, los labios y la mente de nuestro pueblo la centralidad de la Eucaristía y esfórcemonos para que las comunidades apartadas que no tienen la misa dominical semanal y se reúnen para la celebración de la Palabra tengan también la oportunidad, mediante una oportuna organización, de contar con la Eucaristía y de descubrir su lugar irrenunciable. En ese sentido, los diáconos y celebradores de la Palabra procurarán que la feligresía tenga muy clara la diferencia entre la misa y las demás celebraciones, particularmente las llamadas “celebraciones dominicales en espera del sacerdote”.. c) Se crea el Secretariado Arquidiocesano de Pastoral Litúrgica, como ente animador de la vida litúrgica de nuestra iglesia local y coordinador de la formación inicial y permanente de los equipos de liturgia (acólitos o servidores del Altar, lectores, monitores, ministerio de la música, ostiarios, sacristanes, diáconos y presbíteros) que necesitan las asambleas eucarísticas dominicales para que el Pueblo de Dios se edifique como comunidad viva y celebrante. Tendrá también entre sus funciones: organizar los grandes eventos litúrgicos de la Arquidiócesis; fomentar la reflexión, explicación y aplicación de los Documentos sobre la Eucaristía y la Liturgia en general por medio de encuentros ordinarios y/o extraordinarios; editar materiales periódicos de información y formación permanente para los diversos agentes de pastoral litúrgica. d) El Secretariado de Catequesis ha de seguir avanzando en la puesta en marcha del “Itinerario catequístico de iniciación cristiana” y velar por la adecuada preparación tanto de niños como de adultos en los conocimentos y experiencias necesarios para lograr el encuentro de las personas con su Maestro y Salvador en la Eucaristía. e) Se reinicia la escuela de formación inicial de Ministros extraordinarios de la Eucaristía y Delegados de la Palabra, bajo la coordinación de la Vicaría Episcopal de Pastoral. f) Fruto de la Eucaristía es la Caridad, es por ello que desde el Secretariado de Pastoral Social se programará, planificará y supervisará las acciones concretas en donde se manifieste la dimensión social de la Eucaristía, tanto a nivel parroquial como arquidiocesano. g) Pondremos empeño en rezar y difundir la Oración por el Proyecto Arquidiócesano de Renovación Pastoral en todas las Misas Dominicales y feriales, así cómo en nuestras reuniones pastorales y demás celebraciones comunitarias. h) Cada sacerdote en la comunidad a la que sirve en red con las parroquias de la Zona Pastoral correspondiente, al igual que las Comunidades religiosas en sus ámbitos propios de misión, de acuerdo a sus carismas específicos, y los Movimientos apostólicos dedicados a la difusión del culto eucarístico se han de empeñar en revalorizar el amor a Jesús Sacramentado. i) Programen los párrocos en las parroquias e iglesias filiales bajo su cuidado Horas Santas todos los jueves u otro día más apropiado, y acompañen y orienten a sus hermanos y hermanas en la iniciación a la oración y a la Lectura Orante de la Sagrada Escritura, instrumentos idóneos para crecer en la experiencia de la adoración eucarística, sirviéndose de los medios y recursos propuestos por los Secretariados Nacionales y Arquidiocesanos. j) Procuren los párrocos y demás sacerdotes ofrecer tiempos y espacios de fácil acceso, para que los fieles tengan la oportunidad de acercarse al Sacramento de la Penitencia y puedan así recibir la comunión con mayor frecuencia. k) Para fortalecer la fraternidad sacerdotal en las zonas pastorales invito a los presbíteros a programar Celebraciones Penitenciales en los tiempos fuertes litúrgicos y en las festividades patronales de cada parroquia; a realizar encuentros semanales para la preparación de la homilía dominical y/o evaluar juntos la aplicación de las orientaciones de la iglesia sobre las sagrada liturgia. l) Exhorto a los pastores de la Vicaría Episcopal de la Guajira a recolectar y a elaborar materiales catequeticos inspirados en las culturas de los pueblos indígenas wayúu y añú y darles luego la debida difusión. m) Sigamos cultivando en nuestra
Arquidiócesis la practica de la Adoración Perpetua, dando
a conocer y apoyando las diversas iniciativas existentes. Entre muchas
se destacan: n) Cada año renovaremos en el Domingo más cercano al 2 de julio, la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento. o) Se publicarán los Documentos del I Congreso Eucarístico de Maracaibo que se llevó a cabo en 1997, con el cual nuestra Iglesia Local celebró su primer centenario y se preparó a entrar en el tercer milenio. La Vicaría de Pastoral a través del Secretariado de Pastoral Litúrgica difundirá las conclusiones de las Mesas de Trabajo para que sean estudiadas y con las oportunas actualizaciones sean puestas en práctica. 4.- CLAUSURA DEL AÑO EUCARÍSTICO Con renovado entusiasmo y espíritu de comunión fraterna con el que iniciamos este año y nos adentramos en él, nos unimos en espíritu eclesial a la celebración de la clausura que presidió nuestro Santo Padre el pasado 22 de Octubre. Los convoco a participar en la Solemne Eucarístía de Clausura Arquidiócesana en la Plazoleta de la Basílica, a los pies de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Como Iglesia peregrina un nutrido número de hermanos partiremos desde el Seminario “Santo Tomás de Aquino” de Maracaibo, casa de formación de los candidatos al presbiterado, proclamando con “vivas” y canticos nuestro amor y nuestra fe en el Salvador Eucarístico, hasta llegar a la casa de Nuestra Madre. Allí inauguramos el año y allí lo concluímos para aprender a ser discípulos de Jesús, a vivir de toda palabra que sale de la boca del Padre, y entregarnos en amor y fidelidad al servicio del Reino de Dios. CONCLUSIÓN Concluyo, mi querida grey cristiana, parafraseando palabras de nuestro Santo Padre Benedicto XVI en la homilía de la Eucaristía de Apertura del Sínodo de los Obispos. En la Santa Eucaristía, Jesús, desde la cruz, nos atrae a todos hacia sí (Cf. Jn. 12,32) y nos convierte en sarmientos de la Vid que es Él mismo. Si permanecemos unidos a Él, entonces daremos frutos también nosotros, entonces ya no produciremos el vinagre de la autosuficiencia, del descontento de Dios y de su creación, sino el vino bueno de la alegría de Dios y del amor al prójimo. Pidamos al Señor que nos conceda su gracia, para que todos vivamos de la fuerza que brota de esta fuente inagotable de amor y de salvación. Invoquemos éste don por medio de María de Chiquinquirá, para que dóciles a la acción del Espíritu Santo, podamos con ella vivir como santuarios vivientes de Cristo y con la entrega de nuestras vidas ayudemos en la construcción de una Venezuela más justa, fraterna y llena de paz. Maracaibo, 11 de Noviembre
de 2005, + Ubaldo R. Santana Sequera
|
Otras homilías de Mons. Ubaldo Santana |