Inquisición: Verdad y falacia
Contrario a lo que han difundido los enemigos de
la Iglesia, la Inquisición fue diseñada para proteger al
acusado, utilizando métodos de investigación justos y aceptables.
La verdad es que fueron más las personas exoneradas que las condenadas.
Los tipos y los grados de los castigos infligidos
por la Inquisición Española, la mayoría de las veces
eran más suaves que los utilizados por las cortes civiles. De hecho,
a pesar de que hoy en día los métodos puedan ser considerados
como procedimientos lamentables, muchos investigados preferían
ir a los tribunales de la Iglesia que a los civiles. Y se conocen casos
de personas que blasfemaban para ser llevados por ese motivo a la Inquisición,
donde serían tratados con más ecuanimidad y justicia.
Bien apunta el Periodista Víctor Messori
(co-autor de varios libros de Juan Pablo II), que muchos de los ataques
contra la Inquisición fueron alentados por “la propaganda
protestante en el marco de la lucha contra España por la hegemonía
en el Atlántico”. Es decir, lo que se esconde en esos ataques
es una motivación geopolítica de una época. Y esos
mitos y exageraciones repetidos a lo largo de los siglos han creado una
especie de leyenda negra sobre la Inquisición.
Así que, lo que hemos oído y visto
en libros (ahora magnificado en los medios de comunicación social)
“fueron realmente la excepción”, según Messori.
Y, aunque no se pretenda defender los abusos que pudo haber habido, “el
pasado hay que valorarlo según sus categorías, no según
las nuestras”, apunta el periodista.
Por eso Messori explica lo siguiente: “la
actividad de aquellos tribunales se inspiraba en la necesidad de proteger
la vida social, cuya tranquilidad se basaba en una fe común; y
estaba movida por el ansia sincera de practicar la más alta de
las caridades: la espiritual.
Continúa su explicación el periodista:
“Así como las autoridades de hoy en día consideran
su obligación la tutela de la salud de los ciudadanos, la Iglesia
católica estaba convencida de tener que responder ante Dios de
la salvación eterna de sus hijos. Salvación que corría
peligro a causa del más tóxico de los venenos: la herejía.”
La periodista venezolana Marina Jacinto, refiriéndose
a la apertura de los Archivos del Vaticano sobre el tema de la Inquisición
comenta lo siguiente: “Los resultados publicados en las actas de
los estudios vaticanos indicaron que había muchos mitos que desmontar
en nombre de la verdad histórica”.
“En primer lugar, las actas indican que
las torturas, los autos de fe (muerte en la hoguera), entre otros castigos
para los feligreses condenados por estos tribunales eclesiásticos
no fueron tantas como el imaginario colectivo supone, ya que la abundante
literatura anti-Inquisición publicada en los países protestantes
abultó sobremanera las cifras”. Es decir, adicional a la
escondida motivación geopolítica de que habla Messori, aquí
observamos otra falacia: la alteración de la estadística.
“La tortura”, continúa la Periodista,
“no fue tan frecuente como se ha creído, pues las actas señalan
que la Inquisición torturó en el 10% de los casos. Se menciona
que morían más presuntas brujas en los países protestantes
a manos de los tribunales civiles, que en países católicos
a manos de la Inquisición. Ésta quemó por supuesta
brujería a 59 mujeres en España, 36 en Italia y 4 en Portugal,
mientras que en Europa los tribunales civiles juzgaron por el mismo delito
a cerca de 100 mil mujeres. De ellas 50 mil fueron condenadas, 25 mil
sólo en Alemania, en la pira purificadora, durante el siglo XVI
por los protestantes seguidores de Martín Lutero”.
La Iglesia no teme la verdad histórica,
ahora demostrada por estas veraces investigaciones. La Iglesia tampoco
teme reconocer errores y abusos. De allí que el Papa Juan Pablo
II -durante las celebraciones del milenio realizadas por la Iglesia Católica
en el 2000- pidió perdón por los pecados cometidos por los
católicos en nombre de la fe, a lo largo de la historia, incluyendo
los abusos cometidos durante la Inquisición.
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