¿Puede alguien salvarse
fuera de la Iglesia Catolica?
¿Existe salvación fuera de Cristo, existe salvación
fuera de la Iglesia fundada por Jesucristo? Este tema es siempre de actualidad.
Y el Papa Juan Pablo II lo trató con gran
claridad y precisión para enfrentar “ideas y opiniones erróneas
y confusas, presentes en la discusión teológica y entre
grupos y asociaciones eclesiales”, ideas que tienden a desconocer
a Cristo como Salvador único y universal, y a disminuir la necesidad
de la Iglesia de Cristo para la salvación.
Tal es el caso, comentaba el Papa, de algunos que
piensan y predican un supuesto “carácter limitado de la revelación
de Cristo, que encontraría un complemento en las demás religiones”,
como si la verdad sobre Dios no pudiera ser captada y manifestada en su
totalidad por ninguna religión, tampoco por el cristianismo y,
ni siquiera, por el mismo Jesucristo.
Nos decía que es erróneo considerar
a la Iglesia como un camino de salvación más, junto con
otras religiones que serían complementarias a la Iglesia. Y pide
que se excluya una cierta mentalidad que piensa que “una religión
vale por otra”.
El Papa nos dió seguridad sobre la “unicidad
y universalidad salvífica de Cristo y de la Iglesia que El fundó.
En efecto, el Señor Jesús constituyó su Iglesia como
realidad salvífica: como su Cuerpo, mediante el cual El mismo actúa
en la historia de la salvación ... El Concilio Vaticano II dice
al respecto: ‘El santo Concilio, basado en la Sagrada Escritura
y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es
necesaria para la salvación’ (LG, 14)”.
El Catecismo de la Iglesia Católica (#774-776), siguiendo la enseñanza
milenaria de la Iglesia y citando al Concilio Vaticano II, nos recuerda
que la Iglesia Católica es instrumento de salvación universal
(LG 9). Y añade el Catecismo en su resumen de este tema: La Iglesia
es, en este mundo, el sacramento de la salvación, el signo y el instrumento
de la comunión con Dios y entre los hombres (Catecismo de la Iglesia
Católica #780).
Esta ha sido la posición de la Iglesia desde sus
comienzos y durante sus dos milenios de existencia. Sin embargo, si bien en forma general se dice que es necesaria la pertenencia a la
Iglesia Católica para la salvación, el Catecismo explica lo siguiente
en un capítulo que titula Fuera de la Iglesia no hay salvación:
Entendida esta afirmación de modo positivo
significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que
es su Cuerpo. Es decir, quien se salve, dentro o fuera de
la Iglesia, se salva por la gracia de Cristo y a través de su Iglesia.
La afirmación de que no hay salvación
fuera de la Iglesia no se refiere a los que, sin culpa suya no conocen
a Cristo y a la Iglesia por El fundada.
Y, citando nuevamente al Concilio, nos dice el
Catecismo que si éstos buscan a Dios con sincero corazón
e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de
Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir
la salvación eterna (Vat.II, LG 16). (Catecismo de la Iglesia
Católica #847)
Pero –adviertía el Papa- que “en
su búsqueda sincera de la verdad de Dios están de hecho
‘ordenados’ a Cristo y a su Cuerpo, la Iglesia.
Añadió el Papa un dato importante
de considerar: “De todos modos, se encuentran en una situación
deficitaria si se compara con la de los que en la Iglesia tienen
la plenitud de los medios salvíficos” (JP II, 28-1-2000).
Sabemos que Cristo dejó bien especificada la necesidad
de la fe y el bautismo para la salvación: El que crea y se bautice
se salvará. El que se resista a creer se condenará (Mr. 16, 16).
Además, instituyó su Iglesia como instrumento de salvación, en la que
entramos a formar parte desde el momento de nuestro Bautismo.
De allí que no podrían salvarse aquéllos
que, sabiendo que Cristo (Dios) fundó su Iglesia como necesaria para la
salvación, sin embargo no hubieran querido entrar a ella o hubieran escogido
separarse de la misma. (cf. Catecismo de la Iglesia Católica #846)
Aclaremos un poco más: para todos aquéllos
que rechazan la doctrina de Cristo, que evaden la pertenencia a la Iglesia,
o que se separan formalmente o informalmente de ella, que es el instrumento
de salvación que Dios mismo nos ha dejado, y esto lo hacen con pleno conocimiento
y con pleno consentimiento, ponen en grave peligro su salvación eterna.
Pero existe la posibilidad de salvación para muchas
personas fuera de la Iglesia de Cristo. Por ejemplo, aquéllos que vivieron
antes de Cristo y que no formaron parte del pueblo de Israel, que era
la prefiguración de la Iglesia en el Antiguo Testamento. Igualmente también
tenían y tienen posibilidad de salvación los que no conocieron o no conocen
de Cristo y de su Iglesia. ¿Qué decir, por ejemplo de los aborígenes de
América que vivieron antes de la evangelización?
Y ¿qué sucede con las personas que pertenecen a
otras religiones? Un documento emitido por la Iglesia Católica sobre este tema, la Declaración “Dominus Iesus” (2000), dice al respecto:
Ante todo debe ser firmemente creído que
la Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo
es el único Mediador y el camino de salvación presente a nosotros en su
Cuerpo, que es la Iglesia (Vat.II, LG #14). Esta doctrina no se
contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios; por tanto, es
necesario mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real
de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la
Iglesia en orden a esta misma salvación (RM #9).
Para aquéllos que no son formal y visiblemente
miembros de la Iglesia, la salvación de Cristo es accesible en virtud
de la gracia, que, aun teniendo una misteriosa relación con la Iglesia,
no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada
en su situación interior y ambiental. Esta gracia proviene de Cristo;
es fruto de su sacrifico y es comunicada por el Espíritu Santo (RM
# 10).
Sobre el modo en que la gracia salvífica
de Dios llega a los individuos no cristianos, el Concilio Vaticano II
se limitó a afirmar que Dios la dona por caminos que El Sabe
(Vat. II, Ad gentes #7). La teología está tratando de profundizar
este argumento. Sin embargo, queda claro que sería contrario a
la fe católica considerar que la Iglesia Católica sería un camino más
de salvación que vendría a ser complementado por otras religiones.
En relación a la existencia de numerosos elementos
de santificación y de verdad fuera de la estructura visible de la Iglesia
Católica, es necesario afirmar que la eficacia de esos elementos de verdad,
de bondad y de santificación que existen fuera de la Iglesia deriva
de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia
Católica (Vat. II, Unitatis et redintegratio # 3).
El Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo
enviado por el Padre, actúa en modo salvífico tanto en los cristianos
como en los no-cristianos y lo hace de manera misteriosa. Pero
sabemos que todo aquél que se salva, se salva por los méritos y por la
gracia de Cristo, no por sus propios medios, ya que la voluntad de Dios
de que todos los hombres se salven, se nos ofrece y de hecho se cumple,
por la encarnación de Dios en la persona de Jesucristo y por los méritos
de su pasión, muerte y resurrección.
No significa todo esto que los que pertenecemos
a la Iglesia Católica estemos automáticamente salvados por el hecho de
pertenecer a ella. Es necesaria nuestra cooperación a las gracias que
nos vienen de Cristo a través de su Iglesia.
Tampoco significa todo esto que porque algunos
puedan salvarse fuera de la Iglesia de Cristo, los católicos estemos excusados
de cumplir el mandato de Jesucristo de evangelizar, pues todos los seres
humanos, pertenecientes o no a otras religiones, están llamados a formar
parte de la Iglesia Católica, instrumento de salvación universal que el
mismo Cristo nos dejó. |