Las Bienaventuranzas
"son los nuevos mandamientos"

Y solo pueden comprenderse
si se abre el corazón
a la acción del Espíritu Santo.

El consuelo
"es la presencia de Dios
en nuestro corazón".
Pero para que el Señor
"esté en nuestro corazón,
se debe abrir la puerta"
,
requiere nuestra "conversión".

"La salvación es esto:
vivir en el consuelo
del Espíritu Santo,
no vivir en el consuelo
del espíritu del mundo.
No, esa no es salvación,
eso es pecado.
La salvación es seguir adelante
y abrir el corazón,
para que llegue
ese consuelo del Espíritu Santo,
que es la salvación.

¿Pero no se puede negociar
un poco de aquí
y un poco de allá?
Hacer como una ensalada
de frutas, digamos, ¿no?
Un poco del Espíritu Santo,
un poco del espíritu del mundo...
¡No! Una cosa o la otra".

Cuando estamos abiertos
al Espíritu del Señor,
podemos entender
la 'nueva ley del Señor:
las Bienaventuranzas', que
"solo se entienden
si uno tiene un corazón abierto,

se entienden mediante el consuelo del Espíritu Santo",
mientras que
"no se pueden entender
solo con la inteligencia humana".

Pero si no tenemos
el corazón abierto
al Espíritu Santo,
les parecerán una tontería.
'Pero mire, ser pobre,
ser manso, ser misericordioso
no parece ser una cosa
que nos lleva al éxito'.
Si no tenemos el corazón abierto y si no gozamos
de aquel consuelo
del Espíritu Santo,
que es la salvación,
no se entiende esto.

Uno "puede regular su vida, organizarla en una lista
de mandamientos o procedimientos,"
una lista "meramente humana".
Pero esto "al final
no nos lleva a la salvación",
solo un corazón abierto
nos lleva a la salvación

¿Por qué, entonces hay personas que "tienen el corazón cerrado
a la salvación?"
Porque "tenemos miedo
de la salvación. La necesitamos,
pero tenemos miedo",
porque cuando el Señor venga "para salvarnos
tenemos que darlo todo.

¡Y manda Él!
Y tenemos miedo de esto",
porque
"queremos controlarlo nosotros".

"Podemos pedir al Señor hoy
la gracia de seguirlo,
pero con esta libertad.
"La libertad
que nos da el Espíritu,
es también
una especie de esclavitud,
pero una "esclavitud" al Señor que nos hace libres,
es otra libertad.

En cambio, nuestra libertad
es una esclavitud,
pero no para el Señor,
sino para el espíritu del mundo.
Pidamos la gracia
de abrir nuestro corazón
al consuelo del Espíritu Santo,

para que este consuelo,
que es la salvación,
nos permita comprender bien estos mandamientos".

De la Homilía del Papa Francisco el 10-6-13
en la Casa Santa Marta. Fuente Aciprensa

 

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