oración crristiana meditación

ORACION CONTEMPLATIVA o
CONTEMPLACION

En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente para estarse en silencio con Dios.

La oración de silencio o contemplativa ha sido descrita detalladamente en las obras de dos Doctores de la Iglesia:  Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

La búsqueda en nuestro interior o interiorización se fundamenta en un dato de fe:  Dios nos inhabita, somos "templos del Espíritu Santo" (cf. 1 Cor 3, 16).

“Entra", dice Santa Teresa, porque tienes "al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa ... no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su Dios".

La oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior.  Ya no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de Alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad.

La contemplación consiste en ser atraído por el Señor, quedarse con El y dejarle que El actúe en el alma.

La contemplación, según Santo Tomás, es una anticipación de la Visión Beatífica.  Es vivir de manera incompleta y sólo por  un instante lo que Dios vive eternamente.

Sea la contemplación o sean gracias místicas  que pueden darse en este tipo de oración, son don de Dios.  Por ello, no pueden lograrse a base de técnicas.   Ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino que como don de Dios que son, El da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere.

A Santa Teresa se las daba por cantidad a Santa Teresita por poquitos.   Decía ella “por charquitos”.

Dios es libérrimo y se da a su gusto y decisión:  un día puede darnos un regalo de contemplación y al día siguiente podemos sentir la oración totalmente insípida.  Dios es el imprevisible por naturaleza:  no podemos prever lo que nos va a dar.  Casi siempre nos sorprende.

Buscar a Dios en la oración de silencio depende del orante.   Recibir el don de la contemplación depende de Dios.   Dice Sta. Teresa:  "Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos".

Pero cuando deseamos ahondar un poco más en la adoración, el Espíritu Santo puede darnos un poco de consuelo, haciéndonos sentir su Amor, su consentimiento, sus gracias.

Es muy importante tener en  cuenta que las gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto.

En la contemplación somos instruidos por el Espíritu Santo de manera especial, en silencio, aún sin ver ni oír nada.  Si es Voluntad Divina, el Espíritu Santo puede regalarnos gracias especiales de visión o de escucha, hasta de olfato.  Pero las gracias verdaderamente importantes no están en esas experiencias sensoriales, que son consentimientos del Señor y que no son indispensables para avanzar en la oración.

El fruto verdadero de la oración (vocal, mental o contemplativa) es:

  1. ir descubriendo la Voluntad de Dios para nuestra vida.
  2. irnos haciendo dóciles a la Voluntad de Dios.
  3. llegar a que sea la Voluntad de Dios y no la propia la que rija nuestra vida:  nuestra voluntad unida a la de Dios, o sea, la “unión de voluntades” de que habla Santa Teresa.

Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está reservada sólo para unas poquísimas almas escogidas, generalmente monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas.  Ese concepto le encanta al Enemigo, que no quiere que seamos verdaderos orantes.

La oración de silencio, de recogimiento, de contemplación es para todo aquél que desee buscarla.  Santa Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es la "Fuente de Agua Viva" que Jesús promete a la samaritana y que la promete para  "todo el que beba de esta agua no volverá a tener sed" (Jn 4, 13).  No dice el Señor que la dará a unos y a otros, no.

Adoración
la más alta forma de oración

 

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