La meditación es un trabajo intelectual con el que se busca mover la voluntad hacia un mejoramiento espiritual. La meditación está ordenada hacia la contemplación. De tal manera que, si estando en meditación, el Espíritu Santo nos da la gracia de recogernos en silencio o de darnos contemplación, no podemos tratar de seguir meditando. No podemos decirle al Espíritu Santo: “un momentito, pues estoy haciendo mi meditación”. El Espíritu Santo es nuestro guía en la oración. Hay que dejarle a El hacer lo que quiera, cómo quiera, cuándo quiera y dónde quiera… aunque no completemos la media hora o la hora que hayamos previsto para la meditación. Es lo mismo que cuando se está rezando el Rosario. Si sentimos el silencio de recogimiento ¡para eso también es el Rosario! No hay que insistir en seguir repitiendo Ave Marías. Hay que saber que la finalidad de la oración vocal y de la meditación es el recogimiento y la contemplación. Allí en recogimiento es que mejor puede el Alfarero actuar en el alma. En la meditación cristiana contemplamos por medio de representaciones mentales y/o lecturas, algún pasaje de la Sagrada Escritura, (Lectio Divina) o alguna verdad de nuestra Fe, o alguna faceta o momento de la propia vida, para tratar de descubrir en la meditación la Voluntad de Dios para sí. Si se usa la Biblia, lo normal es usar sobre todo el Nuevo Testamento, pero no debe descartarse el Antiguo, que ayuda a comprender mejor el Nuevo. “Ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo”, decía San Jerónimo (traductor de la primera Biblia -la llamada Vulgata- al Latín común o vulgar). Y cuando hablaba de la Escritura, él se estaba refiriendo al Antiguo Testamento. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la MEDITACION es sobre todo una búsqueda, en la que la persona trata de comprender el por qué y cómo de la vida cristiana para responder a lo que el Señor le pide (cfr. #2705). El Padre Marie Dominique Philippe, op, dice de la meditación: “es muy buena si tenemos tiempo para dedicarle y, ordinariamente hay que mantenerla. Si podemos consagrar cada semana una o dos horas para leer (y meditar) la Escritura, es excelente”. Según el último Manual de Indulgencias, se puede lucrar Indulgencia Plenaria por la lectura de la Biblia durante media hora. Se puede aprovechar mejor esta lectura, por supuesto, si se hace en forma de meditación o lectio divina. ORACION CONTEMPLATIVA o CONTEMPLACION Adoración
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